Dejar de poner límites desde el trauma, desde le miedo y como defensa. En una de mis primeras clases de psicología transpersonal, como a mis 18 años, persiguiendo la esperanza, aun cargada de duda y vértigo, de encontrar un camino de vida en salud y contentamiento, recuerdo haber oído alguna vez: “el camino interior no tiene fin”. Hoy reconozco que el camino con corazón no termina, una vez inicias, estas en ello hasta el último suspiro.
De un momento a otro nos damos cuenta de que el trauma nos enseñó a vivir, el dolor fue moldeando quiénes somos y cómo estamos en la vida; el dolor, las heridas y el trauma han impactado la forma en que nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás, la forma en que trabajamos, en que estudiamos, en que meditamos; la forma de existir.
Al darnos cuenta de esto, y al ver cómo hemos venido resolviendo situaciones de desafío y cotidianidad, conflictos con los demás y con nosotros mismos de este modo, reconocemos la importancia de parar definitivamente de vivir desde el miedo, dejar de vivir desde la necesidad de protegernos, la necesidad de intentar fallidamente controlar lo que nos ocurre para sentirnos bien, para sentirnos seguros y aparentemente plenos.
Muchos conocemos el camino de psicoterapia
El camino de consciencia y desarrollo humano, el camino espiritual. Este camino avanza, vamos sanando nuestras heridas, vamos dando frente a las posibilidades y potencialidades que tenemos, todo se mueve distinto en nuestra vida y estamos más alegres y livianos, sin embargo, y más allá de los esfuerzos, en ocasiones el trauma por el dolor vivido sigue ahí, ya no arde, ya no opaca, ya estamos más vivos realmente, pero aún seguimos defendiéndonos; defendiéndonos de nuestro valor interior, de reconocer y vivir mas conectados con nuestro ser esencial, defendiéndonos de los demás y del daño que pueden representarnos, defendiéndonos de la tranquilidad, del disfrute y del gozo de estar vivos. Aun nos defendemos, seguimos desde un cierto lugar escondiendo nuestro ser, seguimos en alerta, intranquilos, ansiosos y en contracción. Es increíble, pero aún falta soltar.
Y surgen las preguntas: ¿cómo? ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo soltar del todo sabiendo que el mundo y la vida duelen? ¿Cómo hacerlo sabiendo que lo que ocurrió si ocurrió? ¿Cómo hacerlo sabiendo que muchas cosas pueden volver a ocurrir?
Hoy sabemos que la vida es total, es entera, tiene sus bellezas y sus displaceres, que el amor y el dolor están tan cerca, que como humanos aún nos cuesta atravesar las experiencias sin sufrir.
Nos ponen mas tareas…

Nos piden marcar senderos en vez de cercas con púas, tener claridades en vez de escudos, estar presentes en vez de adormecidos, ser transparentes en vez de asustados, manipuladores y complacientes, parece que la vida nos pide mas valor aún. Nos pidió valor inicialmente para decirnos la verdad, nos pidió valor para sanar, nos pidió valor para reconciliarnos con los seres amados y no amados de nuestra vida, nos pidió valor para ir más allá de nuestra historia y ahora, nos pide el valor de quedarnos libres, abiertos, confiados y dispuestos, nos pide que reconozcamos nuestro poder, nuestra fuerza, nuestra capacidad de vivir aquí y ahora, nos pide el valor de vivir atentos y responsables: nos pide vivir AMOROSOS.
Al ser realmente amorosos, realmente valientes, realmente sinceros, y dispuestos, realmente fuertes, quizá no seremos tan famosos, quizá no seremos admirados, quizá no encontremos todo lo que nuestra mente nos dice que queremos encontrar, quizá sea necesario abandonar todas nuestras ambiciones, renunciar definitivamente a las aspiraciones egóicas de éxito y de pertenencia, probablemente seremos más aburridos, quizá fracasemos en todo lo que nuestro ego construyó como valioso para nosotros, quizá… pero si estas renuncias y estas elecciones nos traen de vuelta a respirar amplio, tranquilo y fuerte, ¡bienvenidas sean las renuncias!, bienvenidos sean los fracasos, bienvenidos los ritmos espontáneos, las pocas amistades verdaderas, las pocas relaciones nutritivas, las básicas necesidades y los sencillos disfrutes, bienvenida la sencillez, menos es más.
Bienvenido esto de parar de defendernos
Reconocer que no queremos seguir reaccionando y viviendo desde traumas y dolores que ya no existen, que forman parte de un pasado que se disolvió, bienvenido el cambio real nuestro interior y con ello, indudablemente, el cambio de nuestro mundo externo. Continua la práctica, continúan los propósitos que nos recuerdan la humildad y la constante actitud de principiantes, continúan los propósitos para continuar viviendo desde la presencia en una vida mas consciente, mas responsable y por su puesto, mas dichosa.
- Propongámonos ir a lo simple cada vez más,
- escucharnos realmente cada vez más…
- Propongámonos expresar lo que es sincero en nosotros… cada vez más,
- pedir lo que necesitamos así recibamos un no como respuesta
- Propongámonos amarnos y amar a los demás… la mayor parte del tiempo,
- ser buscadores de verdad y belleza natural sin formas
- Propongámonos amar la oscuridad y vernos realmente completos,
- dejar de opinar y por supuesto de usar juicios de valor…
Propongámonos, así sea una sola de estas cosas, pongamos de nuestra parte el amor y la valentía que nos pide la vida; nos lo ha pedido siempre, nos lo pide hoy de manera indudable, más que nunca.
Propongámonoslo y hagámoslo juntos.